Dichos pupulares

No hay que pasar por debajo de una escalera Al colocar una escalera contra una pared, se forma una especie de triángulo con el suelo. En muchas religiones, esta figura geométrica simboliza la divinidad. Por eso, muchos consideran que, al pasar por debajo de una escalera se está haciendo una intromisión en terreno sagrado. Esta acción podría desatar las iras de los dioses y traer mala suerte.


Que bien huele el dinero Para conocer el origen de este simpático refrán hay que trasladarse a los tiempos del antiguo Imperio Romano. Tito, hijo del emperador Vespasiano, estaba enfadado porque su padre había establecido una tasa por el uso de los urinarios públicos de la ciudad. Para el joven, aquello era indigno de un Cesar y, enfadado, le comentó que era maloliente el dinero que recaudaba de esa forma. Vespasiano le escuchó sin inmutarse y, llevándose una moneda a la nariz, dijo con cinismo: "y a mí, que no me huele mal...

Hecha la ley.......Hecha la trampa Este refrán procede del libro Secreto Tíbet de Fosco Moraini, en el que nos cuenta cómo una comunidad de monjes japoneses tenía una regla que sólo les permitía comer carne de animal marino. Entonces, listillos ellos, decidieron llamar al jabalí "ballena silvestre" y desde ese momento se comían al puerco sin ningún escrúpulo.

 A buen entendedor pocas palabras bastan Cuéntese que un día un mendigo pidió ver al cardenal Mazarino, primer ministro de Luis XVI, para hacerle saber la penuria que padecía. Después de dudarlo bastante, el cardenal aceptó recibirle, pero con una condición: el pobre hombre tenía que expresar sus deseos en dos palabras. Este, obediente, entró en el despacho y dijo: "Hambre, frío...". Mazarino, volviéndose a su secretario, contestó: "Comida, ropas...". La entrevista había terminado, pero dejó un buen ejemplo: "A buen entendedor, pocas palabras".

Poner los cuernos Según dicen todos los diccionarios, "cornudo es todo hombre cuya mujer es infiel". Pero, ¿por qué los engañados son cornudos y no rabudos, peludos o dentones? Porque, por lo visto, poner los cuernos deriva del viejo símbolo del buey, ese viejo animal castrado, que se somete paciente al trabajo que le impone su amo. De ahí, que los maridos o esposas infieles, le pongan los cuernos a su pareja. Esta expresión empezó a usarse en España hace cuatro siglos, pero pronto se extendió al resto de Occidente. Hoy no hay nadie en este planeta que no sepa qué quieren decirle si le señalan con los dedos abiertos a modo de cuernos.


El huésped y la pesca a los tres días apestan.Cuentan que en cierta ocasión Voltaire invitó a su castillo a un filósofo que, aunque muy ingenioso, tenía fama de abusar de la generosidad de sus amigos. Tanto era así que la visita, que en un principio iba a ser de días, se prolongó por espacio de varios meses. Como Voltaire intuía que su acomodado huésped no tenía ninguna gana de despedirse de él, un día comentó entre algunos amigos la diferencia entre don Quijote y este caballero y es que mientras aquél tomaba las posadas por castillos, éste toma los castillos por posadas.

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