La leyenda de Roanoke

A principios del siglo XVIII, unos exploradores que remontaban el río Lumber, en Carolina del Norte (Estados Unidos), descubrieron, sorprendidos, unos indios de ojos grises que hablaban una lengua parecida al inglés.

 La tribu aseguraba que sus antepasados podían "hablar en un libro", expresión con que los exploradores entendieron que sabían leer.
 Los descendientes de este misterioso pueblo viven hoy en Robeson County, en las mismas tierras donde fueron descubiertos. Conocidos como indios Lumbees (ojizarcos para los españoles), tienen una tez que varía desde morena a muy blanca y, aun hoy, abundan entre ellos el pelo rubio y los ojos azules.
 Nadie conoce la verdadera historia de esta tribu, pero en el transcurso de los años se ha ido gestando una curiosa teoría dotada, al parecer, de gran coherencia.


 El primer intento inglés de crear una colonia estable en territorio americano terminó en el más espectacular de los fracasos, dando lugar a un misterio histórico que aún hoy perdura: los 117 colonos, hombres, mujeres y niños, abandonaron el asentamiento para adentrarse en la floresta salvaje, sin que nadie sepa con certeza cuál fue su destino o qué motivó exactamente su partida.

 El proyecto de establecer un asentamiento estable en el Nuevo Mundo había partido de la iniciativa privada de sir Walter Raleigh, quien tras obtener el permiso de la reina organizó y financió toda la operación. Los informes de sus exploradores le hicieron escoger como ubicación de la colonia la isla de Roanoke, de 46 km² y clima benigno, situada frente a la costa de lo que hoy es el estado de Carolina del Norte. En 1586 llegó a la isla un primer contingente colonizador compuesto por 75 veteranos que pronto hicieron un ataque preventivo contra los nativos de la isla. Al poco solicitaban al corsario Francis Drake pasaje hacia Inglaterra, atemorizados por las posibles represalias.


 Mayor acierto tuvo la expedición de más de un centenar de colonos, entre hombres y mujeres, dirigida por el gobernador John White, que llegó a Roanoke en 1587. White decidió regresar a Inglaterra con un número mínimo de acompañantes en busca de auxilio y provisiones. Dejó estipulado que si en su ausencia el resto de los colonos se veían obligados a partir, deberían inscribir el nombre del sitio a donde se dirigían en un «lugar destacado». White no pudo volver a América hasta 1591, debido a la guerra entre España e Inglaterra.
En Roanoke sólo halló los restos de una fortaleza, que había sido saqueada y abandonada; los colonos habían desaparecido sin dejar rastro. Sólo quedaba un indicio: la palabra Croatan, tallada en un árbol. Los historiadores todavía discuten su significado. Unos suponen que era el nombre de una tribu india que atacó la colonia y mató a los colonos. Otros opinan, en cambio, que Croatan pudo haber sido el nombre de una fértil península del continente, habitada por los pacíficos indios Hatteras.
Si los colonos alcanzaron el continente y se fundieron con los Hatteras, sus descendientes podrían ser los actuales indios Lumbee.

 De los 95 apellidos de los colonos perdidos de Roanoke (nombres como Sampson, Costmore y Locklear), no menos de 41 pueden hallarse entre los Lumbees.

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