El Infierno de Carandiru....viviendo en la carcel

Inaugurada en 1956 y ubicada en una zona densamente poblada de San Pablo, Carandiru tenía una capacidad para cinco mil presos, pero llegó a alojar el doble.

En febrero de 2001 fue el centro de la mayor rebelión carcelaria en la historia del Brasil, cuando los detenidos de las 29 cárceles del estado de San Pablo se amotinaron en el horario de visitas, tomando a más de 10.000 personas como rehenes.
Todo terminó con 20 presos muertos y 80 heridos, y con la cárcel cerrada, ya que tras las investigaciones de este suceso se descubrieron excesivas irregularidades, como la superpoblación antes comentada y los tratos vejatorios de los carceleros a los presos.
Pero la mayor historia de muerte de esta cárcel tuvo lugar en 1992, cuando fallecieron 111 reclusos tras la llamada "Masacre de Carandiru", la cual tuvo lugar tras una pelea entre dos presos. Tras esta revuelta hubo una gran polémica, ya que se produjo un día antes de las elecciones presidenciales a Brasil, y no se conoció prácticamente información de la misma hasta media hora antes de que se cerrasen las votaciones.
 El número total de víctimas fue divulgado oficialmente al día siguiente, media hora antes del cierre de las elecciones. La mayor parte de los muertos habían sido baleados en el tórax y en la cabeza, por lo que los abogados de los familiares denunciaron una ejecución en masa.


 El coronel Ubiratan Guimaraes, que comandó esta operación, fue condenado en junio del año pasado a 632 años de prisión. "Fue un trabajo como tantos otros que hice en 33 años y medio en la corporación. Si tuviera que comandar la tropa en una situación idéntica, lo haría nuevamente", manifestó Guimaraes en octubre de este año. "Sólo murieron los que no acataron la orden de rendición; quien se rindió está vivo", agregó.
 El coronel permanece en libertad mientras sus abogados apelan el fallo. Del resto de los policías condenados, 84, sólo un soldado recibió sentencia firme y cumple una pena de 50 años por haber matado a presos travestidos.





Como paradoja una frase muy significativa del carcelero Luiz Pereira da Costa, quien trabajó allí durante los últimos 20 años: "Se acabó el infierno".




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