Frases comunes

Seguimos con las frases que utilizamos y no sabemos de donde provienen.


 Juego de manos, juego de villanos:
Advertencia sobre los peligros de abusar del manoseo entre dos o más personas, por lo cual, se puede terminar a los golpes, a la manera de los villanos, en alusión a los primitivos habitantes de las villas.

 Juntarse el hambre y las ganas de comer:
 Estar juntas dos personas de iguales defectos o características.

 Dar cuerda a alguien: Otorgarle mayor libertad a una persona, al igual que cuando a un animal atado se le alarga la cuerda que lo retiene para que pueda moverse una mayor distancia, sin necesidad de abandonar el lugar. No debe confundirse con dar manija a alguien, aplicada para significar que se está azuzando a una persona para que reaccione contra otra, con motivo o sin él o para que crea lo que otra quiere que crea. 

Pasar página: Soslayar, olvidar algo, pasar a otro tema, como cuando alguien realmente da vuelta a la página de un libro y deja atrás lo leído.

 De todo, como en botica: Significa que hay variedad, provisión o surtido de varias cosas, como en las antiguas "boticas" (almacenes) de España, en las que había toda clase de artículos. Para otros, "botica" era el nombre dado en Sevilla a las casas de citas en las que, por un lado, se vendían remedios y por otro, había de todo.

 Defensa numantina: Cuando alguien realiza una defensa absoluta de una persona o situación hasta las últimas consecuencias, de palabra o de obra, se dice que ha llevado a cabo una defensa numantina. El origen de esta expresión se halla en las llamadas genéricamente guerras de Numancia, que se mantuvieron contra Roma entre los años 143 a 133 a. de C. Numancia era una antigua ciudad de Celtiberia, y más tarde de la provincia romana tarraconense. Sus minas están situadas en el cerro de la Muela o de Castro, a 7 kilómetros de la ciudad de Soria. Al mando de un ejército perfectamente adiestrado en los llanos de Urgel, Publio Escipión Emiliano se apoderó de Tierra de Campos y posteriormente cercó Numancia, rodeándola con zanjas y empalizadas, tras las que levantó una muralla de piedra. Incapaces de romper el asfixiante cerco del enemigo, los numantinos propusieron una paz honrosa, que fue rechazada por Escipión. Ante la negativa, los habitantes de Numancia prefirieron morir unidos y libres antes que caer en manos del enemigo.

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