Se conocía realmente a........

Jack el destripador


Nunca se pudo saber con exactitud quién era Jack, debido en parte a las burdas técnicas de investigación forense del momento, y también se especula que se quiso ocultar al verdadero autor, Alberto, Duque de Clarence, miembro de la familia real.

 En la década del noventa, se encontró un pequeño reloj de oro, con la leyenda “Yo soy Jack” y las iniciales de las víctimas: MN, AC, ES, CE, MK. También fue hallado un diario donde se describía en detalle los crímenes.
El nombre del autor: James Maybrick, un prominente comisionario algodonero de Liverpool. Se dijo en un primer momento que estos objetos eran un fraude. Pero análisis posteriores realizados con microscopio electrónico, y otros modernos métodos de investigación revelaron que el reloj podría haber sido de la época en que Jack azotaba la noche londinense.
 Otro sospechoso que tiene muchos puntos a su favor es Montague John Druitt un abogado, tenista y maestro de escuela. Montague se suicidó inmediatamente luego del asesinato de la última víctima, y los crímenes cesaron. Su familia estaba convencida que de el bueno de Montague era Jack. Ya en la época era considerado un firme sospechoso, y aparece mencionado en el Memorados Macnaghten, un libro escrito en 1889, por Sir. Melville Macnaghten, quien estaba a cargo oficialmente de la investigación. El cuerpo de Montague apareció flotando en el río Támesis, en avanzado estado de descomposición.
Si su familia estaba tan convencida de que era el asesino, cabe la pregunta ¿suicidio o asesinato, en un intento de terminar con esta carrera de muerte y horror? Ciertamente tuvo éxito, porque los asesinatos cesaron.

Por otro lado, es improbable que un verdadero asesino serial se suicide, ya que se trata por lo general de una personalidad extremadamente narcisista y egocéntrica. El suicidio no es opción.
 En 2006 se realizó un análisis de ADN a una de las supuestas cartas que Jack había enviado, y se llegó a la conclusión de que era una mujer. Se comenzó a hablar de Jill, la destripadora. Pero también podría haber escrito la carta con sus manos manchadas con sangre de una de sus víctimas. También se duda, porque no se corresponde con el perfil de los asesinos seriales el que sea una mujer.
En definitiva, una información que no ayudó a esclarecer el caso. Otro sospechoso fue Walter Richard Sickert (1860-1942), quien era un pintor de origen alemán. La acusación se basa en que hay gran número de evidencias que apuntan a Sickert. Patricia Cornwell, una investigadora lo declara el asesino sin discusión en un libro intitulado “Retrato de un asesino. Jack el Destripador: caso cerrado”.

Pero, es extraño, o al menos inusual que un asesino serial de estas características pare porque sí. En general las ansias de matar van in creciendo, y nada, salvo la muerte o la cárcel, lo hacen detenerse. Otra teoría seria le atribuye los asesinatos a Melville Macnaghten (1853-1921). Melville era investigador de Scotland Yard, y, se supone que cometió los asesinatos para obligar a su jefe a dimitir. Cuando Melville fue puesto a cargo de la investigación, los asesinatos misteriosamente cesaron. También se dice que la letra de Melville era igual a las de las misivas de Jack, especialmente cuando escribe “Querido Jefe”. Nuevamente, inusual actitud para un asesino serial.

 La última teoría, desarrollada en 1997 por Trevor Marriott, ex investigador de Scotland Yard, apunta a que Jack era en realidad un marino, que había llegado a Londres en el barco “Sylph”, un carguero de 600 toneladas. El barco había tocado puerto en Londres procedente de las islas Barbados en julio de 1888, justo un mes antes del asesinato de la primera víctima, y había zarpado hacia Managua (Nicaragua) dos semanas después del asesinato de la última víctima.
 En Managua, justamente, se produce una serie de homicidios brutales similares a los de Jack que dejaron perplejos a los investigadores. De hecho, se especulaba en los diarios de ese entonces, que en realidad fuera Jack. Las coincidencias siguen: el 17 de julio de 1889, Alice McKenzie, otra prostituta, aparece muerta de igual forma en Londres. Más tarde, en octubre de ese mismo año, en Hamburgo, otro puerto muy frecuentado por marinos, es escenario de otro crimen similar.

 En definitiva, los años han pasado. Las técnicas de investigación forense han mejorado de manera astronómica. Pero la verdadera identidad de Jack sigue siendo tan misteriosa como en 1888. Tal vez sea esta aura de misterio la que ha marcado a fuego los atroces crímenes de Jack en la memoria de la humanidad.

Comentarios