Frases y significado

 Mirarse el ombligo
Abandonarse a la auto complacencia y al egocentrismo fue una costumbre cristiana primitiva ideada por los monjes hesicastas de la Iglesia griega ortodoxa. Según San Juan Clímac, un hesicasta es aquél que lucha por mantener dentro de su cuerpo las cosas incorpóreas como la mente.
Usando una técnica de rezos integrada con la respiración, los monjes acostumbraban a dejar caer la cabeza durante la meditación y, por ello, se les conocía como omphalopsy choi o “observadores del ombligo”, pues algunos creían que el centro del alma humana se encontraba en el centro del cuerpo, en el ombligo, al que, por otra parte, otorgaban importancia como nexo de unión con la vida.
 Aquellos que observaban a los monjes en su meditación, les veían encerrados en sí mismos, concentrados y sin importarles nada más que lo que atañía a su propia persona. Y con la cabeza caída y la mirada fija en su ombligo.


 Echar un polvo
 Sinónimo de realizar el acto sexual La expresión echar un polvo es un modismo que se utiliza coloquialmente para referirnos a la cópula o acto sexual.
 Pero no siempre ha sido así. Hubo un tiempo en el que el consumo de rapé o polvo de tabaco, también conocido como polvo de Sevilla, se puso de moda entre la nobleza española.
Y mientras los fumadores consumían sus cigarros, quienes no gustaban de éstos solían esnifar rape, que llevaban consigo en delicadas cajitas.
Esta práctica provocaba unos supuestamente placenteros estornudos que se tenían por muy sanos al considerar que despejaban la cabeza.
 Pero estornudar ante el resto de los invitados era considerado de mala educación, por lo que los caballeros se retiraban a una habitación aparte a echarse unos polvos y, sacando la cajita de rape, quizás invitasen a esnifar la sustancia -a echar un polvo, digo- a alguna dama a la que quisieran cortejar.
 Si añadimos que la frase ya existía, con tintes intimistas y de placer, no es difícil imaginar que adquiriera la connotación sexual que muestra en la actualidad.



 Estar encinta Estar embarazada 

El término “encinta” proviene del latín incincta, que significa “sin ceñir”. En el mundo antiguo la mujer soltera llevaba los vestidos y ropajes sueltos y cuando se casaba se los ceñía al talle con una cinta o cordón, complemento que llegaba a ser el distintivo de su estado civil. Al quedar embarazada su ropa tenía que adaptarse a la nueva situación y abandonaba el ceñidor para evitar opresiones al feto. Se decía que estaba incincta (participio pasivo de cignere, ceñir en latín, más la partícula negativa -in) y actualmente se dice "estar encinta".



 Es un cuento chino

Historia tan fantasiosa que está muy cerca del engaño El extremo oriente ha sido siempre un lugar en el que confluían las imaginaciones y fantasías de los europeos. Aunque los viajeros de la Ruta de la Seda, por Damasco y Samarcanda, habían llegado muchas veces a Beijing, los europeos recelaban de las historias que se contaban, muchas veces cargadas de fantasías y leyendas. El interés por aquellas lejanas tierras nunca decreció y en el siglo XIX eran muy comunes los relatos fantasiosos que tenían por objeto la China. Por ello, cuando una historia es asombrosa o tiene una excesiva dosis de imaginación, la calificamos de cuento chino o cuento de la China.

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